Washington D.C. / Bogotá – A medida que Colombia intensifica sus lazos diplomáticos y comerciales con la República Popular China, la administración estadounidense ha comenzado a expresar con creciente preocupación su incomodidad ante el giro estratégico impulsado por el presidente Gustavo Petro. Esta semana, tras la participación de Petro en el Foro de Cooperación China-CELAC en Pekín, funcionarios del Departamento de Estado enviaron un mensaje claro: Colombia debe evaluar cuidadosamente las consecuencias de sus nuevas alianzas.
La advertencia fue emitida en un tono diplomático, pero firme, durante una rueda de prensa en Washington. Brian Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, expresó: “Entendemos que los países latinoamericanos buscan diversificar sus relaciones internacionales, pero deben tener cuidado con los compromisos a largo plazo que podrían comprometer su soberanía o poner en riesgo la seguridad de sus infraestructuras críticas”.
Estados Unidos vigila de cerca la influencia china en América Latina
El pronunciamiento se produce en un contexto de creciente competencia geopolítica entre China y Estados Unidos en América Latina. El interés chino en financiar grandes obras de infraestructura, telecomunicaciones, energía y tecnología en la región ha sido visto por Washington como parte de una estrategia de expansión global que podría socavar los intereses estratégicos estadounidenses.
En el caso de Colombia, la visita oficial de Petro a China —la más relevante en términos de cooperación bilateral desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1980— ha generado inquietudes particulares. La Casa Blanca observa con recelo la posibilidad de que empresas chinas adquieran un rol protagónico en proyectos de infraestructura clave, como el Metro de Bogotá, corredores bioceánicos, o el desarrollo de redes de telecomunicaciones 5G.
Un informe reciente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) advierte que “la profundización del vínculo China-Colombia podría alterar el equilibrio regional si no se establecen límites claros sobre la participación extranjera en sectores estratégicos”.
Washington teme un distanciamiento regional
Más allá del caso colombiano, Estados Unidos teme que el llamado de Petro a una alianza comercial entre la CELAC y China tenga eco entre otros países de la región. La posibilidad de una negociación conjunta del bloque latinoamericano con el gigante asiático podría socavar la influencia histórica de Washington en América Latina, una región que durante décadas consideró su “patio trasero”.
“La idea de Petro de una CELAC-China es vista como una amenaza directa al modelo de cooperación tradicional que Estados Unidos ha promovido”, afirma la analista política estadounidense Jennifer McCoy. “No se trata solo de comercio, sino de influencia, valores, y visión de mundo”.
En respuesta, fuentes del Departamento de Estado han dejado entrever que podrían reevaluarse programas de cooperación bilateral con Colombia si se confirma una inclinación excesiva hacia el eje chino. Incluso, se ha especulado en círculos diplomáticos sobre la posibilidad de condicionar ciertos fondos de ayuda o acuerdos tecnológicos a que Bogotá mantenga un equilibrio geopolítico “prudente”.
Colombia responde: “No somos satélites de ninguna potencia”
Desde Bogotá, el gobierno colombiano respondió con mesura, pero también con firmeza. En declaraciones emitidas por la Cancillería, el país reafirmó su derecho soberano a diversificar sus relaciones exteriores en función de su desarrollo nacional.
“No estamos sustituyendo alianzas, sino ampliando horizontes. Colombia no es un satélite de ninguna potencia. Somos una nación soberana que busca el bienestar de su pueblo a través de relaciones multilaterales inteligentes”, expresó el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo.
El presidente Petro también respondió indirectamente durante su intervención en Pekín, cuando afirmó que “el mundo ya no puede dividirse entre bloques que se enfrentan, sino en regiones que cooperan”. Subrayó que América Latina no quiere ser un campo de batalla ideológico entre China y Estados Unidos, sino un puente de diálogo y progreso.
Un delicado equilibrio entre dos gigantes
Colombia se encuentra en una posición geoestratégica crítica. Es uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región, receptor de cooperación en seguridad, lucha contra el narcotráfico y asistencia técnica en múltiples frentes. Al mismo tiempo, China es su segundo socio comercial y principal proveedor de bienes industriales y tecnología.
El reto para la administración Petro será mantener ese equilibrio sin provocar represalias ni rupturas con ninguno de los dos polos. Analistas señalan que Colombia podría aprovechar este momento para posicionarse como un “puente diplomático” entre el mundo occidental y Asia.
“La clave está en no caer en una lógica de alineación exclusiva. Petro debe demostrar que Colombia puede cooperar con China sin romper con Estados Unidos, y viceversa”, señala el profesor en relaciones internacionales de la Universidad de los Andes, Mauricio Jaramillo.
Riesgos tecnológicos y de seguridad, el principal foco de alerta
Una de las áreas que más alarma genera en Washington es la posible participación de empresas chinas como Huawei o ZTE en la infraestructura tecnológica de Colombia. Estados Unidos ha vetado a estas compañías en su territorio, alegando que representan riesgos para la seguridad nacional, y ha presionado a sus aliados para que hagan lo mismo.
En este sentido, diplomáticos estadounidenses han advertido que si Colombia permite que empresas chinas gestionen redes críticas de telecomunicaciones o infraestructuras estratégicas, podría haber consecuencias en la cooperación en materia de defensa e inteligencia.
La reciente intención de Petro de trabajar con China en tecnología 5G, inteligencia artificial y ciudades inteligentes ha encendido aún más las alertas. “La soberanía tecnológica es tan importante como la soberanía territorial”, dijo Nichols, recordando que los datos ciudadanos, las infraestructuras digitales y la ciberseguridad deben ser protegidos de posibles interferencias externas.
Una CELAC dividida frente a China
La posibilidad de una alianza formal entre la CELAC y China ha dejado ver las tensiones internas del bloque latinoamericano. Mientras países como Argentina, Bolivia, Brasil y Honduras se muestran abiertos a un mayor acercamiento con China, otros como Paraguay (que reconoce a Taiwán), Uruguay y Ecuador son más cautos.
Estados Unidos ha reforzado en las últimas semanas sus contactos diplomáticos con estos países, promoviendo una agenda de cooperación alternativa a la iniciativa china. Washington está ofreciendo mayores líneas de crédito del BID, financiamiento para energías limpias y apoyo para el nearshoring, como estrategias para contrarrestar la creciente presencia de Pekín.
¿Puede Colombia liderar una tercera vía?
En medio de esta disputa global, algunos analistas sugieren que Colombia podría desempeñar un papel constructivo como mediador y articulador de una “tercera vía latinoamericana”: un modelo de desarrollo autónomo, que no dependa exclusivamente de ninguna de las dos potencias.
“El liderazgo de Petro puede abrir el camino hacia una diplomacia multilateral más madura, donde América Latina negocie desde la unidad, pero sin caer en dependencias ideológicas o económicas”, afirma la internacionalista María Clara Robayo.
Sin embargo, este camino no está exento de obstáculos. Las presiones externas, los intereses cruzados y las limitaciones internas del Estado colombiano serán factores determinantes en el éxito o fracaso de este enfoque.
El mensaje final de Washington: “América Latina debe seguir siendo libre”
En su declaración final, el portavoz del Departamento de Estado subrayó que Estados Unidos no busca imponer relaciones, sino advertir sobre las consecuencias de ciertas decisiones. “América Latina ha luchado por su libertad durante siglos. No queremos verla atrapada nuevamente en esquemas de dependencia, vengan de donde vengan”.
Este mensaje, aunque diplomático, encierra una advertencia clara: si Colombia y otros países de la región avanzan en una alianza estratégica con China sin considerar los riesgos, podrían enfrentar una reducción de la cooperación con Estados Unidos, así como una posible pérdida de influencia en foros multilaterales occidentales.
el tablero global se mueve y Colombia está en el centro
El nuevo posicionamiento internacional de Colombia ha desatado una tormenta diplomática. El giro hacia China, impulsado por la visión de Gustavo Petro, ha despertado entusiasmo en algunos sectores, y sospechas en otros. Estados Unidos ha dejado claro que no observa este viraje con indiferencia, y ha comenzado a mover sus fichas para preservar su influencia histórica en la región.
En este complejo ajedrez global, Colombia camina sobre una delgada línea entre la autonomía estratégica y las lealtades tradicionales. El tiempo dirá si Petro logra mantener el equilibrio, o si el país será forzado a elegir entre dos gigantes.