En los últimos meses, la política colombiana se ha visto sacudida no solo por los vaivenes internos de su Congreso y su clase política, sino por una situación que debería encender las alarmas de cualquier nación que se considere verdaderamente libre: la creciente injerencia del gobierno de Estados Unidos en los asuntos internos de Colombia.
Las críticas veladas, los comunicados “diplomáticos” y las constantes sugerencias sobre cómo debe actuar el presidente Gustavo Petro han levantado una inquietante duda nacional:
¿Sigue Colombia siendo una república soberana, o hemos aceptado ser una colonia funcional del imperio norteamericano?
🇺🇸 La injerencia disfrazada de “cooperación internacional”
No es un secreto que la relación entre Colombia y Estados Unidos ha sido históricamente asimétrica. Desde el Plan Colombia, pasando por la guerra contra el narcotráfico, hasta los acuerdos comerciales, lo que se presenta como “cooperación” muchas veces encierra intereses estratégicos de dominación económica, política y militar.
Recientemente, varios voceros del gobierno estadounidense han manifestado “preocupación” por las reformas impulsadas por el presidente Petro, incluyendo la reforma a la salud, la reforma laboral y la transición energética. Estos pronunciamientos no solo son inapropiados, sino profundamente ofensivos para la soberanía nacional. ¿Desde cuándo una potencia extranjera tiene el derecho de opinar sobre las decisiones democráticamente tomadas por un gobierno electo por el pueblo?
La situación se vuelve aún más sospechosa si recordamos que estos mismos “preocupados” jamás dijeron una palabra durante los años de corrupción, falsos positivos y violaciones a derechos humanos bajo gobiernos anteriores. ¿Por qué ahora sí les incomoda lo que sucede en Colombia?
👨⚖️ El presidente Petro actúa dentro de la ley
A diferencia de muchos de sus antecesores, el presidente Gustavo Petro ha demostrado un respeto profundo por la Constitución. No ha cerrado el Congreso, no ha destituido jueces, no ha perseguido opositores. Lo que ha hecho es gobernar con el mandato que el pueblo le dio en las urnas: transformar un sistema injusto, excluyente y servil a los intereses extranjeros.
Cada decreto, cada reforma, cada pronunciamiento ha estado dentro del marco constitucional colombiano, aunque moleste a las élites nacionales e internacionales que preferían a un mandatario sumiso. Petro no gobierna para complacer a Washington ni a los gremios económicos, sino para responder a las necesidades del pueblo colombiano.
Y eso, precisamente, es lo que le molesta a ciertos sectores.
Un presidente que no obedece ciegamente a la Embajada de Estados Unidos se convierte en una amenaza. Pero esa amenaza no es para Colombia, sino para los privilegios de unos pocos.
📣 El pueblo colombiano respalda a Petro
A pesar de la guerra mediática, de los titulares manipulados y del sabotaje constante desde el Congreso, millones de colombianos siguen firmes con el presidente Petro. Las marchas populares, los movimientos sociales, los jóvenes en las calles, las madres cabeza de familia, los trabajadores y campesinos saben que este gobierno les representa.
No se trata de una lealtad ciega, sino de un reconocimiento a un líder que, por primera vez en décadas, habla con el pueblo y no desde un balcón de privilegios. El respaldo popular se ha hecho sentir en cada rincón del país: desde los barrios marginales de Bogotá hasta las montañas del Cauca, pasando por las comunas de Medellín, los mercados de Barranquilla y los resguardos indígenas del Putumayo.
El pueblo sabe que este es su momento histórico, y que defender al presidente Petro es también defender la posibilidad de una Colombia libre y justa.
🧠 ¿Por qué le temen tanto a una Colombia soberana?
La raíz del problema es ideológica y estructural. Una Colombia soberana, que controle sus recursos naturales, que reindustrialice su economía, que se desligue del Fondo Monetario Internacional y de la tutela del gobierno estadounidense, representa un precedente peligroso para el orden establecido en América Latina.
Porque si Colombia puede hacerlo, otros también podrían intentarlo: Perú, Chile, Brasil, Ecuador… Y eso no lo puede permitir el imperio. Por eso financian ONG “independientes” que atacan al gobierno, por eso infiltran medios de comunicación, por eso presionan a través de sus embajadores.
No temen a Petro como persona. Temen a lo que representa: el despertar de América Latina.
📉 Medios vendidos y oposición sumisa al norte
Es escandaloso el papel de los medios tradicionales como El Tiempo, Semana y RCN, que repiten sin vergüenza los lineamientos de la embajada americana. Cada paso que da el gobierno es criticado como “dictatorial”, mientras que las declaraciones extranjeras son aplaudidas como “preocupaciones legítimas”.
La oposición colombiana, por su parte, actúa como si fuera una sucursal política del Departamento de Estado de EE.UU. Sus congresistas corren a pedir sanciones, a criticar en inglés por redes sociales, a besar los pies del imperialismo sin ningún pudor. ¿Dónde queda el patriotismo? ¿Dónde la dignidad nacional?
✊ No somos colonia: somos una nación con historia, dignidad y memoria
Colombia no es ni debe volver a ser una finca administrada por intereses extranjeros. Somos un país con historia de resistencia, con líderes que han dado su vida por la libertad, con pueblos que han sabido luchar contra todas las formas de opresión.
El presidente Gustavo Petro está escribiendo un nuevo capítulo en esa historia. Uno donde la soberanía no es una palabra vacía, sino una práctica diaria y concreta: decidir sobre nuestro litio, nuestros mares, nuestros bosques, nuestras pensiones, nuestros sueños.
Y por más que ladren desde afuera, por más que presionen desde arriba, el pueblo está listo para decirles lo mismo que Bolívar gritó hace más de 200 años:
“¡La libertad del Nuevo Mundo es irrevocable!”
🌎 América Latina está mirando
El mundo observa con atención lo que sucede en Colombia. La región sabe que este país es clave, que si aquí triunfa un gobierno progresista y soberano, puede haber un efecto dominó de liberación popular en todo el continente.
Gustavo Petro no es un caudillo ni un tirano. Es un demócrata convencido, un lector de historia, un estratega político que sabe que la soberanía no se mendiga: se construye con dignidad, con coherencia y con el respaldo de un pueblo despierto.
🛡️ A la defensa de la patria: ni un paso atrás
Este no es un momento para tibiezas. El que guarda silencio ante la injerencia extranjera, es cómplice. El que ataca al gobierno elegido por el pueblo desde las oficinas diplomáticas, es traidor.
La historia no perdona la cobardía.
Hoy más que nunca, Colombia debe gritar fuerte y claro:
“¡Somos una nación libre y soberana!”
Y mientras el presidente Petro siga defendiendo esa soberanía,
tendrá al pueblo detrás, firme, consciente y listo para resistir.
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