Una propuesta con raíz en la tierra
El presidente Gustavo Petro, en una de sus más recientes intervenciones, reafirmó lo que muchos campesinos venían esperando desde hace décadas: una propuesta concreta, soberana y justa para el sector arrocero colombiano. Con una frase sencilla pero cargada de profundidad —“Nosotros hicimos una propuesta desde que llegamos al Gobierno”— dejó claro que su visión del agro no es pasajera ni populista, sino parte estructural del nuevo modelo económico y social que impulsa desde su llegada al poder.
Esta propuesta no es menor. Petro plantea que los productores de arroz se organicen, accedan a crédito a través del Banco Agrario y construyan sus propios molinos. De esa manera, recuperarían el control sobre el precio del arroz, dejarían de depender de los grandes intermediarios y fortalecerían la economía campesina desde la base.
¿Por qué es tan importante esta propuesta para el campo?
Fin a la dependencia de los grandes acaparadores
Durante años, los arroceros han estado a merced de intermediarios que imponen precios injustos y márgenes de ganancia abusivos. Muchos campesinos siembran con esfuerzo, pero cosechan pérdidas económicas, lo que ha llevado al abandono del cultivo, endeudamiento y desplazamiento forzado en algunas regiones.

El molino como símbolo de autonomía
Tener un molino propio significa soberanía productiva. Significa que el agricultor deja de vender su arroz crudo a precio de huevo, y empieza a vender arroz blanco, limpio, empacado, con valor agregado. Es un salto de productor a empresario rural.
Más que arroz, es dignidad
Esta propuesta va más allá de lo técnico. Es un mensaje directo del gobierno Petro a los campesinos: “Ustedes no están solos. Ustedes son parte del proyecto nacional.” Y eso los arroceros lo han entendido con claridad.
¿Cómo funcionaría la estrategia de organización con el Banco Agrario?
Crédito accesible y sin trabas
Uno de los problemas más grandes del agro colombiano es que los bancos no prestan fácilmente al campesino. Con la instrucción del presidente Petro, el Banco Agrario se convierte en un verdadero motor del desarrollo rural, ofreciendo créditos a bajas tasas, sin excesiva tramitología y con asesoramiento técnico.
Asociaciones como modelo de gestión
La propuesta de Petro incluye que los arroceros se agrupen en asociaciones productivas, juntas comunales o cooperativas. Esto no solo fortalece la negociación, sino que permite acceder a maquinaria, tecnología, formación y canales de distribución de forma conjunta.
Del campo a la mesa… sin intermediarios
Con molinos propios, los arroceros podrán procesar y vender directamente al consumidor, a supermercados o al Estado. Se rompe el ciclo de abuso comercial y se garantiza un precio justo y sostenido para el agricultor y el consumidor.
El respaldo del gremio arrocero
Una reacción inmediata y emotiva
Desde el anuncio presidencial, decenas de asociaciones de arroceros de regiones como el Tolima, Meta, Casanare, Huila y Sucre han salido a expresar su respaldo. Las redes sociales se han llenado de mensajes de aliento, videos de campesinos agradeciendo al presidente y hasta carteles que dicen: “Petro es nuestro amigo”.
“Por fin alguien piensa en nosotros”
Es la frase que más se repite en las plazas, en las emisoras rurales y en las voces de quienes trabajan la tierra. Muchos aseguran que nunca antes un gobierno había mostrado una propuesta tan clara y viable para hacerlos dueños de su propio destino económico.
Un gesto que fortalece la confianza
Este respaldo al presidente Petro no es ciego. Es una respuesta concreta a una promesa cumplida, a una acción real, a un plan tangible. En un país donde la palabra política suele tener poco valor, este gesto ha reavivado la esperanza en los corazones del campo.
Impacto económico, social y estratégico para el país
Precios estables y competitivos
Con molinos controlados por los mismos productores, se espera una mayor estabilidad en el precio del arroz, lo que beneficia tanto a los campesinos como a los consumidores urbanos.
Seguridad alimentaria con rostro colombiano
En un mundo con crisis climática y conflictos geopolíticos, garantizar que el arroz —uno de los alimentos básicos— se produzca y procese de forma local es una jugada estratégica para la soberanía alimentaria nacional.
Reactivación rural y empleo
La instalación de molinos generará empleos locales, desde operarios hasta personal administrativo. Se activa la economía del pueblo, no la del banco ni la del gran empresario.
Petro, el presidente que le habla al campo con hechos
Gustavo Petro no llegó al poder para ser un espectador. Su visión de país incluye al campesino, al jornalero, al sembrador anónimo que alimenta la nación sin recibir el reconocimiento merecido. Esta propuesta arrocera no es aislada. Forma parte de una visión más amplia de reforma agraria, justicia económica y reactivación desde las bases.
Él mismo lo dijo con humildad y determinación:
“Nosotros hicimos esta propuesta desde que llegamos al Gobierno.”
Y la está cumpliendo.
¿Qué sigue ahora?
Implementación técnica
Ya se han iniciado mesas técnicas con el Ministerio de Agricultura, el Banco Agrario y líderes del gremio. Se están identificando las zonas con mayor potencial, las asociaciones listas para recibir apoyo y los recursos disponibles para iniciar los primeros proyectos piloto.
Formación y acompañamiento
Además del financiamiento, se brindará capacitación en administración de molinos, procesamiento, comercialización y calidad del producto. El Estado acompaña para que no solo siembren, sino que prosperen.
Un modelo replicable para otros cultivos
Si esta experiencia es exitosa —y todo apunta a que lo será—, se podría extender a otros sectores como el maíz, el café o el cacao, con el mismo principio: quien cultiva, procesa y vende, gana y dignifica su vida.
Los molinos de arroz serán también molinos de esperanza
Los molinos no son solo máquinas. Son símbolos. Son el reflejo de un país que empieza a valorar a quienes siempre han sido olvidados.
Gracias a esta propuesta del gobierno de Gustavo Petro, el campo colombiano está dejando de ser un paisaje de abandono para convertirse en un proyecto de futuro.
Los arroceros lo saben. Lo sienten. Y por eso, no solo lo respaldan, lo abrazan.
¿Y tú, qué opinas de esta propuesta?
¿Crees que los molinos propios son el camino hacia la dignidad del campo?
Comenta abajo y comparte este artículo en tus redes sociales para que más colombianos se sumen a esta conversación urgente y necesaria.
¡Porque el arroz no solo se siembra en la tierra, también en el corazón de un país que se transforma desde el campo!