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La polarización política ha fracturado la democracia colombiana. El uribismo, con su retórica de odio, ha sembrado división, miedo y desconfianza entre el pueblo.
Colombia en la encrucijada: la polarización política como amenaza democrática
Colombia vive uno de los momentos más tensos y desgarradores de su historia reciente. El país, rico en diversidad, cultura y esperanza, ha sido arrastrado a una peligrosa división ideológica. En el centro de esta fractura se encuentra un actor que ha sido clave: el uribismo.
Lo que comenzó como un movimiento de seguridad democrática, se ha transformado en una maquinaria política marcada por la intolerancia, la manipulación mediática, el desprecio por la diferencia y un odio profundo a la movilización popular. Hoy, la oposición, liderada en gran parte por esa corriente, no solo se enfrenta al gobierno de turno, sino que socava las bases mismas de la democracia y la convivencia nacional.
¿Qué es la polarización política?
La polarización política ocurre cuando una sociedad se divide en bandos ideológicos extremos e irreconciliables. En lugar de construir consensos o soluciones conjuntas, los actores políticos convierten la diferencia en enemistad, y la crítica en odio.
En Colombia, esta polarización no es nueva, pero ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos 20 años, intensificada por los discursos de figuras como Álvaro Uribe Vélez, cuyos seguidores han adoptado una postura de “nosotros contra ellos” sin matices.
El rol del uribismo en la siembra del odio nacional
Un discurso sistemático de miedo y exclusión
Desde sus inicios, el uribismo se ha apoyado en un relato de guerra: el “enemigo interno”. Todo aquel que cuestione al modelo económico, critique al Estado o defienda los derechos humanos es calificado como “guerrillero”, “castrochavista” o “enemigo de la patria”.
Esta narrativa no solo ha criminalizado el pensamiento progresista, sino que ha legitimado la represión social, la estigmatización de líderes comunitarios y el silenciamiento del disenso.
La propaganda del odio en medios y redes
Las redes sociales y medios tradicionales afines han sido cómplices de este fenómeno. Con titulares tendenciosos, fake news y campañas de desprestigio, han sembrado una atmósfera de paranoia. Cada reforma, cada política social, cada movilización ciudadana ha sido manipulada por la oposición uribista como “un paso hacia el comunismo”, alimentando una histeria colectiva que fractura familias, amigos y comunidades enteras.
Consecuencias directas en la democracia colombiana
El debilitamiento institucional
En una democracia sana, la oposición cumple un papel de contrapeso, pero en Colombia, gran parte de la oposición ha optado por boicotear, sabotar y mentir deliberadamente. Se oponen no por convicción, sino por destruir todo lo que venga del gobierno que no es de su línea ideológica.
Han saboteado reformas sociales, promovido desinformación sobre salud, pensiones y trabajo, e incluso han utilizado el dolor ajeno —como la migración o el conflicto armado— para sembrar más odio.
El odio como herramienta electoral
El uribismo ha convertido el odio en una estrategia electoral efectiva. Con frases simplistas pero contundentes, como “Colombia se va a convertir en Venezuela”, logran mover masas sin argumentos reales. Se aprovechan del miedo y del desconocimiento para desinformar, dividir y movilizar emocionalmente a sus bases.
¿Quién paga el precio? El pueblo colombiano
La polarización no daña a los políticos: daña al pueblo. Divide familias, convierte vecinos en enemigos y crea un clima constante de desconfianza. En lugar de dialogar, la gente se ataca; en lugar de construir, se destruye.
Mientras tanto, los grandes intereses económicos siguen intactos. La desigualdad crece, la violencia persiste, y los jóvenes se sienten atrapados en un país donde la opinión se castiga con amenazas.
Casos evidentes de división sembrada
Las marchas sociales estigmatizadas
Durante el estallido social de 2021 y las protestas posteriores, muchos medios aliados del uribismo las retrataron como actos vandálicos. Ignoraron deliberadamente la raíz del problema: pobreza, desempleo, abusos policiales, falta de oportunidades. En su lugar, se habló de “vándalos financiados por Maduro”.
La reforma laboral y la campaña de desinformación
Cuando el actual gobierno propuso una reforma laboral para dignificar el trabajo, los opositores la calificaron de “amenaza empresarial”, sembrando miedo entre pequeños y medianos empresarios con discursos apocalípticos, sin fundamentos ni lectura técnica.
¿Hay esperanza para salir de esta polarización?
Sí, pero requiere valentía y responsabilidad ciudadana.
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Informarse bien: no dejarse llevar por el ruido ni los discursos emocionales. Buscar fuentes confiables y análisis serios.
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Fomentar el diálogo: hablar con quienes piensan diferente sin odio.
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Castigar en las urnas a los políticos que promueven el odio: el pueblo tiene el poder de romper el ciclo.
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Apoyar la educación crítica: para que las próximas generaciones no hereden este país dividido.
Llamado urgente a los medios y la academia
La polarización no se combate desde el silencio. Los medios deben dejar de ser altavoces de discursos de odio y empezar a cumplir su rol como guardianes de la verdad. La academia debe formar ciudadanos críticos, capaces de debatir sin destruirse mutuamente.
Colombia merece más que odio
Colombia no merece ser rehén de discursos divisivos ni de líderes que hacen política a punta de mentiras y miedo. Necesita una oposición digna, crítica, constructiva. Una que proponga, cuestione con argumentos y represente a los sectores que no están en el poder, sin fomentar la guerra ideológica.
El uribismo ha fallado en eso. Ha optado por dividir en lugar de unir, por insultar en lugar de debatir. Ha traicionado el espíritu democrático al imponer una narrativa excluyente y peligrosa.
Es hora de que el pueblo colombiano despierte y le diga NO a la polarización, NO al odio, y SÍ a una democracia donde quepamos todos.
Evolución de la polarización política en Colombia (2002–2025)
Muestra cómo ha crecido la percepción ciudadana de “enemigo político irreconciliable”, según encuestas del DANE y Latinobarómetro.
Desconfianza institucional según tendencia ideológica
Refleja cómo los ciudadanos que consumen contenido político de derecha radical tienen menor confianza en la justicia, la prensa libre y los organismos de control.
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